Los antónimos son palabras de significado contrario u opuesto.
La antonimia, de acuerdo con esto, es una relación semántica de oposición de significado entre palabras del mismo campo semántico y de la misma categoría gramatical. Por ejemplo: luz ≠ oscuridad; obediente ≠ desobediente; bien ≠ mal; dar ≠ tomar; si ≠ no.
Todas las relaciones semánticas, junto a otros aspectos, intervienen en la creación de sentidos y efectos textuales y comunicativos. Es por ello que el conocimiento de los antónimos, además de enriquecer el vocabulario, contribuye a mejorar la expresión, oral o escrita, de nuestras ideas.
A continuación te explicamos las diferentes formas en que los antónimos o las relaciones de antonimia se presentan en los discursos y cómo podemos aprovecharlas para escribir mejor.
Los antónimos se clasifican atendiendo al alcance semántico, al modo de contraste y al procedimiento lingüístico:
Los antónimos absolutos o totales son los que se establecen entre palabras monosémicas o de un solo significado. Estos antónimos abarcan la significación total de la palabra.
Por ejemplo:
Los antónimos parciales son los que se producen entre palabras polisémicas o de varios significados. Estas palabras pueden tener antónimos para sus distintas acepciones o para una sola. Puede ocurrir, entonces, que formen pares de antonimia con distintas palabras o que tengan antónimos solo en una acepción.
Por ejemplo:
Los antónimos graduales son aquellos que funcionan en un continuo. La realidad a la que se refieren es graduable y puede insertarse un tercer término en el par.
Por ejemplo:
Los antónimos complementarios son términos que se excluyen o niegan mutuamente. No es posible establecer gradaciones ni cabe la posibilidad de un tercer término entre ellos.
Por ejemplo:
Los antónimos recíprocos o inversos se presuponen o incluyen mutuamente. Comparten un escenario o un ámbito en el cual la presencia de uno supone necesariamente la del otro.
Por ejemplo:
Los antónimos léxicos son aquellos que se producen entre pares de palabras cuyos significados tienen referentes contrarios o contrapuestos. El español cuenta con un extenso repertorio de antónimos léxicos.
Por ejemplo:
Es la que se establece mediante la adición a una palabra base de un prefijo (morfema derivativo) que exprese la contrariedad, la negación o la inversión de una noción.
El procedimiento morfológico de la derivación permite suplir la inexistencia de una palabra de significado opuesto y crear así la antonimia.
Sirven para esto los prefijos in-, im-; des-, dis- o anti-.
Por ejemplo:
Además de los antónimos propiamente dichos, al hablar o escribir, también podemos valernos de la construcción sintáctica y retórica para expresar relaciones antonímicas.
Ciertos giros y rodeos, como la negación de un enunciado, son recursos sintácticos de los que disponemos para presentar nociones contrarias en un discurso hablado o escrito.
Por ejemplo:
El empleo de antónimos es, además, un procedimiento que permite crear la antítesis o contraposición, figura retórica y estilística que consiste en confrontar ideas opuestas en un texto.
En este uso, los antónimos aparecen juntos para hacer patente y focalizar la contraposición.
Por su capacidad expresiva, la antítesis es muy empleada en la publicidad, la propaganda, la literatura y, también, en la conversación cotidiana.
Por ejemplo:
Algunos marcadores o conectores textuales refuerzan o focalizan el antónimo y otros presentan la contraposición de un enunciado con respecto a otro. Sirven a ese propósito, entre otras palabras y locuciones, las siguientes: sino, pero, por el contrario, contrariamente, de forma contraria, a diferencia de, en cambio, en contraste, etc.
Por ejemplo:
Diferenciar nociones, confrontar argumentos o crear imágenes de contraste son necesidades expresivas al producir un texto de cualquier tipo. Disponemos para ello de recursos como los antónimos totales y parciales, léxicos y gramaticales.